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Experiencia con photokines La Molina: relatos eróticos 

Photokines La Molina

Aquí les va la experiencia de un seguidor haciendo un trío con putas y escorts de Photokines La Molina. El relato involucra a una pareja heterosexual que decide experimentar con una puta pervertida. Spoiler alert: su performance se roba el show 👅🔥. Si terminas el post deseando un buen polvo, entra ya a kinesiologashot.com, las perras perversas están aquí.

Relato erótico: un trío con una Photokines La Molina sale muy mal (hot) 😈🔥

Bueno, sucede que tengo una relación larga con una linda pelirroja que, en su época de soltera, fue bastante traviesa. Su pasado no fue problema hasta que noté que, en experiencia, me llevaba una morena: había hecho tríos, experimentado con chicas y otras cosas (nada alarmantes) que me dejaban como un virgen. Pucha, eso pega en la autoestima de un hombre, ¿no? Así que estuve jale y jale para que aceptara hacer un trío conmigo. Yo nunca había hecho uno.

Al principio, ella fue bastante tajante con el tema: “Que dejara las wevadas, que la inventadera traería problemas a la relación, que eso era pasado”. Y aunque era verdad, me había quedado esa piquiña en la cabeza. Coño, me faltaba más experiencia, más malicia; quedé picado. A veces me arrepiento de haberme enseriado tan rápido. En fin…

Tomó mucho tiempo para que aceptara. La condición fue que ella elegiría a la chica (obviamente, primero intentó proponer a un hombre, pero lo mío nunca ha sido experimentar), así que nos decidimos por una perucha trigueña que vimos en Photokines La Molina. Para ser honesto, yo esperaba que propusiera a una amiga 🤣😅.

En fin, la elegimos ahí porque mi pelirroja quería que nunca jamás la volviera a ver, y como yo jamás agarraría a una kinesióloga de amante, esto funcionaba.

Ajá, cuando llegó la fulana (nos citamos en un hotel) me di cuenta de que no era la de la foto, evidentemente. Nunca esperé que lo fuera, pero esta no se parecía casi en nada. Por fortuna, no era taaaan fea. La cara muuuy normal, un diente medio chueco, pero el cuerpo sí pasaba. Tenía por dónde agarrar. Tetas naturales, un buen culo y buenas piernas. Mi novia sí dijo que nos echáramos para atrás, pero ambos sabíamos que había peores por ahí.

Bueno, la perucha resultó ser bien patita. Tenía mucha confianza y experiencia. Notó de una que yo era un virgen en esto de los tríos y que mi novia no lo había hecho con kines, putas y escorts de Photokines La Molina ni de ningún otro lugar, nunca. Nos trató bastante bien, sacó conversación, y poco a poco entramos en confianza.

Un rato después, la charla se empezó a poner caliente. La puta empezó a contarnos cómo le ha ido puteando. Dijo que poca gente es así de confiable como nosotros, que los tipos no sabían cómo cogerse a kinesiólogas y putas, que a ella le gustaba un buen oral antes de empezar, que le masajearan bien el chocho, un poco de lengua, mordidas, besos. A mí se me empezó a poner dura y, obvio, hacía notas mentales para poder darla con esta puta: por alguna extraña razón eso me importaba.

Mi novia, “la experimentada”, en lugar de ponerse juguetona, comenzó a verme con esa mirada que lanza cuando me encuentra mirándole el culo a otra. Supe que me fastidiaría el encuentro.

Yo me relajé y dejé que diente chueco siguiera guiando el juego, quizás por demasiado tiempo. En algún punto, a la Photokines La Molina le fastidió que ninguno de los dos le respondiésemos las picardías. Nos quedábamos mudos como tontos. Yo, por supervivencia, para que no me mataran antes de que lo metiera al menos una vez.

Photokines La Molina: acción lésbica

Pero la puta, como ya dije, tenía experiencia. Así que supo que mi pelirroja estaba medio sensible por estar excitándome con otra, así que dirigió la atención a ella y comenzó a halagarla: que si era bonita, que si su color era natural, que esto y lo otro. Prometió hacerle un masajito para que dejara la tensión, y por ahí empezó. Masajeó sus pies, después le dijo que se quitara la ropa para echarle de su loción. Siguió masajeando su cuerpo, su cintura, sus muslos, hasta que, casi por descuido, rozó su entrepierna y mi pelirroja soltó un gemido riquísimo. La puta sonrió al encontrarla tan mojada. Así que comenzó a tocarle la concha, con movimientos suaves y circulares, separando los labios con los dedos, haciendo más caricia que tacto duro.

Estudié cada uno de esos movimientos porque quería repetirlos con esa puta. Yo, nervioso, lo admito, comencé a acercarme. No hubo movida más segura que besar a mi novia. Y así fue, de los besos pasé a unirme al masaje de concha que mi novia estaba recibiendo. Encontré los dedos de la puta todos mojados. Ella sonrió y me llevó hasta el clítoris de mi pelirroja, y ella bajó hasta su orificio, metiendo de a tres dedos.

Mi novia se estremeció y soltó un grito. Ya estaba a mil. La puta se detuvo y fue subiendo hacia sus senos, su cuello, su boca. Una jugada maestra para que yo entrara en acción. Porque, al estar a mi altura, comenzó a besarme y darme entrada para hacer lo que quisiera.

El problema fue que, a este punto, sentía más curiosidad por cogerme a la Photokines La Molina que a mi pelirroja. Uno se cansa a veces de la papaya. Pero qué weva aguantarme la cantaleta después. Tuve que esperar un poco para apenas tocarle el chocho a la putita. Ufff… me excitó muchísimo que fuera la concha de una puta.

Hombre al ataque y la lucha por venirme: relatos eróticos con photokines La Molina

Puse en cuatro a esa perrita. Le arrimé la panti a un lado y me sorprendió encontrar un chocho moreno empapado. La vista era deliciosa. Me la quería comer, chuparla, hacerle de todo. La embestí duro y ella soltó un gemido. Ponía sus manos en la espalda, yo la agarraba, le jalaba el pelo, tenía todo el control. Empecé a darle duro, rápido, profundo. Tratando de no agotarme y de dar la talla.

La puta, a su vez, quería ponerse a lamer la concha de mi novia. Mi roja, vaca muerta, no quería hacer mucho. Le daba pena, asco, no sé… ¿Es momento para el tabú? Pucha, no creo. En fin… estuvo ahí mirando un rato, hasta que sacó a la puta de en medio y se metió ella. Ajá, con la tremenda erección que tenía, me podía coger cualquier vaina que se me pusiera enfrente.

Diente chueco se antojó de mi verga y empezó a hacer lo suyo. Peeerooo, esos dientes chuecos no cuadraron mucho, me lastimó un poco, y no creo que mi pene sea tan grande o tan grueso como para que no se lo pueda comer una zorra. En fin, le tuve que decir que abriera más la boca. Succionó riquísimo al toque. Y he aquí el dilema de no acabar todavía. Mi novia aún no disfrutaba tanto, ellas aún no llegaban, ajá. Supe detener todo y las invité a tener un poco de acción entre ellas. Yo me puse a darle besitos a mi rojita para que se pusiera a tono.

Ellas se pusieron a jugar un rato. Me explotó la cabeza ver a mi novia comiéndole la concha a una puta. Uff… cómo se retorcía de placer esa zorra. La Photokines La Molina todavía con la panti corrida, las piernas abiertas, y mi novia en cuatro, lamiéndola. Tardé días en recordar esa escena sin ponerme increíblemente duro.

Cuando creía que pararían, mi rojita terminó de quitarles las pantis, ufff. Quedé loco cuando la puta la persuadió para que se sentara en su concha y empezara a hacer tijera. Yo estaba sobrando y ni siquiera me importaba. Sabía que mi novia prefería 100 veces hacer cosas con la zorra que dejarme actuar. Como sea, lo estaba disfrutando.

Me acerqué y le di mi verga a mi roja. Uff, dejaba de succionar para soltar un gemido y luego volvía. A la puta le metí la lengua hasta la garganta y la ayudé un poco masajeándole las tetas, tocándole el culo, metiéndole nalgadas. Yo pensaba en cualquier cosa para no venirme.

El performance de la puta era un 10/10. De pronto quedé acostado, la puta encima de mi verga, mi novia sentada en mi cara. Estaba en el cielo, lo juro. La puta brincaba, sus tetas rebotando, los gemidos de las dos mujeres, sus besos, sus caricias. Mi novia se vino ahí. La puta tenía más resistencia.

Photokines La Molina nominada a best performance

El acto final se dio con ellas acostadas. Yo quería llenarle la cara de leche a esa zorra. Bañar ese diente chueco. Pero mi novia no me lo perdonaría. Así que tuve que venirme con ella y repartir apenas un poco a la otra. A la zorrita la hicimos llegar entre los dos. Con tres dedos dentro de su chocho. A decir verdad, no sé si llegó o si fue demasiado amable con nosotros.

La Photokines La Molina fue muy profesional después. Sonrió, se aseó, agradeció el encuentro, se quedó pocos minutos más y se fue con su pago y la noche más erótica de mi vida.

Respecto a mi pelirroja, todo mal. Debí hacerle caso y no hacer ningún trío con ella, sino con diente chueco y otra. Pasó días actuando rarísimo, como si la hubiese traicionado por disfrutar tanto el trío. Me costó mucho convencerla de que todo estaba bien y seguir exactamente como antes. Aunque aquí entre nos, me la cogí pensando en esta puta un par de veces.

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